Probablemente alguno de nuestros imaginativos lectores ya se haya planteado qué sentido tiene cultivar mangos en Perú y traerlos en costosos aviones, cuando podemos plantarlos en Chamberí o en la Barceloneta e ir a recogerlos directamente al árbol un ratito antes de comer. Pues bien, si yo mismo le había estado dando vueltas a la viabilidad económica de cultivar en nuestras azoteas, la verdad es que nunca pensé en la alternativa vertical como una opción..... craso error! A través del blog Eco-lab se encargan de tirar por tierra mis planes de una ciudad con un techo de perales y bananeras, a cambio de una alternativa aparentemente menos utópica.
"Para los defensores de este concepto, esta agricultura dentro de edificios basada en cultivos hidropónicos (que no se plantan en el suelo) resultaría incluso más productiva que la tradicional en el campo, pues estaría mucho más controlada (temperatura, humedad, nutrientes...) y no se vería afectada por variables climáticas, como tormentas o sequías. Según la web verticalfarm.com, un acre de interior (4.046 m2) equivaldría a 4-6 acres en el campo, o incluso más. En el caso de las fresas, se asegura que se puede producir en un acre de interior tanto como en 30 de exterior. Además, estas ‘fábricas’ de alimentos en las ciudades se conciben como sistemas cerrados en los que se aprovecha mejor el agua y se evita la dispersión de contaminantes, como ocurre en la agricultura convencional. Todo ello, a la vez que se aporta algo de “verde” al gris hormigón de las ciudades."
Evidentemente aquí hay un dimesión que no se considera, como bien apunta el artículo, y es el aporte de energía lumínica que, al cultivar en interior, habrá que suplir con lámparas que echarán al traste toda la remota viabilidad económica. (Una opción intermedia es la opción con sistemas móviles que mueven las plantas para que reciban la misma cantidad de luz natural, promovida por VertiCrop, de la empresa Valcent Products Inc, que asegura que puede producir 20 veces más cantidad que un campo agrícola convencional y que requiere un 5% del agua utilizada normalmente). Otro detalle a considerar en la propuesta es el agua, ya que al multiplicar el suelo irrigable en vertical manteniendo la superficie
horizontal constante, requerirá de una aportación adicional, sumando el precio del m3 (que es reducido) además de la alimentación de las bombas (para subir ese agua a la altura de la plantación y dar una sobrepresión al circuito necesaria para los sistemas de riego).
En cualquier caso, para quién le pique el gusanillo y quiera profundizar y hacer de nuestras ciudad un vergel fresquito y agradable, se recomienda el libro ‘The Vertical Farm’ de Mr. Dickson Despommier, profesor de Salud Pública y Ambiental de la Universidad de Columbia, en Nueva York, todo un referente.