Pero ahora, uno de esos ancestros que formaban parte de la base de nuestro mundo desde tiempo inmemoriales, está a punto de desaparecer. Estamos hablando, claro está, de General Motors.
Hace escasos días se ha declarado la quiebra técnica del gigante automovilístico norteamericano, hecho que se veía venir desde el punto de vista financiero, pero que es difícil de asimilar desde un punto de vista psicológico. Una de las empresas que durante lustros ha estado a la vanguardia de la mayor potencia mundial y que representaba la bandera de los EE.UU. como casi ningún otro, está al borde del KO.
Pero este hecho no es tan sorprendente si tenemos en cuenta que GM ya tenía dificultades en los últimos tiempos de bonanza económica, por lo que es lógico que se haya visto con el agua al cuello en estos momentos de sequía.
Yo personalmente, no voy a entrar a valorar si se ha actuado de manera negligente, si ha sido consecuencia de la incompetencia de los directivos o si simplemente, los factores ambientales y circunstanciales han sido determinantes en la evolución final del resultado.
Solamente quiero que nos detengamos en un punto a analizar: las condiciones del Tesoro estadounidense para evitar la quiebra.
Antes de asegurarle recientemente 19.000 millones de euros (cantidad que ascenderá a los 33.000 millones) el gobierno de Obama requirió a GM que consiguiera la reestructuración de la compañía a través del canje de deuda por acciones, si no quería entrar en un concurso de acreedores. Según estimaciones, se necesitaba que un 90 % de la deuda no asegurada (27.000 millones) fuera aceptada por los acreedores, a cambio de convertirse en accionistas de un 10 % de la compañía. En caso de que no se consiguiera, GM se acogería a la Ley de Bancarrota Norteamericana, concretamente, al artículo 11.
Ya conocemos todos el resultado.
Yo, como posible inversor minorista, me pongo en la situación de los acreedores de GM y me encuentro ante estas posibilidades:
I. Si no acudía al canje:
- General Motors conseguía el mínimo requerido y mantenía mis derechos de cobro.
- General Motors no conseguía el mínimo y al acogerse al “Capítulo 11”, se eliminan parte de las deudas de la entidad, pudiendo perder toda la inversión.
Creo que, siendo objetivos, las condiciones que le fueron ofrecidas al inversor no eran para nada favorables (por no decir que les estaban tomando el pelo), y por tanto, el resultado de semejante oferta estaba decantado.
Si para conseguir la supervivencia de uno de los iconos empresariales de los últimos años, hay que pasar por encima del inversor minoritario, creo que todos estaremos de acuerdo en afirmar, que ya es hora de olvidarnos de nuestros “superhéroes” de la infancia y dar paso a las realidades del futuro.
Il Basso