Frase del día

There are four imperatives for leaders: they must inspire trust, clarify purpose, align systems and unleash talent Stephen Covey

jueves, 1 de julio de 2010

Camino de Servidumbre, de Hayek, en el TOP TEN de Amazon!

Gracias a Unience Blog nos encontramos con esta grata sorpresa: el libro de 1944 de Friedrich A. Hayek: "Camino de Servidumbre"; se encuentra entre los 10 libros más vendidos en EEUU a través de Amazon.

De hecho, según las listas de Amazon y Barnes&Noble, el libro de Hayek es el más comprado en las últimas semanas en EEUU, superando a libros como la última entrega de la saga Crepúsculo o la saga Millenium, de Stieg Larsson.

Un libro escrito hace 66 años, pero quizás de mayor actualidad que nunca (mucho me temo que siempre estará de actualidad). El libro en su momento se escribió en forma de advertencia para Gran Bretaña, que luchaba contra las ideas del socialismo de fronteras afuera pero empezaba a abrazar algunos de sus supuestos e ideales.

En Alemania el libro fue censurado por los aliados, pues era muy crítico con el New Deal, y en Rusia se prestaban ejemplares secretamente entre los disidentes.

En nuestros días el intervencionismo está más de moda que nunca: los gobiernos responden a la crisis culpando a los mercados libres y no a sus políticas intervencionistas y expansivas de los Bancos Centrales. Como solución a la crisis proponen más de lo mismo: Más intervencionismo y más expansión monetaria. Brillante... (ya hablamos de esto hace tiempo en nuestro post: Homeopatía financiera?)

(Imagen vía TheAtlantic)

Pero por suerte, parece que la gente empieza a darse cuenta que el cuento de Papá Estado no funciona como quieren vendernos los políticos...

Os dejo a continuación una brevísima reseña del libro que me gustado especialmente con el ánimo de que os impulse a leerlo. Sacado de liberalismo.org:
En plena segunda guerra mundial, Hayek observó que la lucha contra el nazismo no estaría completa si no se combatía la raíz de los fenómenos totalitarios que arrasaban Europa. Por esta razón, a modo de advertencia, se puso a escribir un libro pequeño, en el que pensaba que sólo ponía de manifiesto una serie de obviedades sobre las consecuencias inevitables de la planificación central de la economía. Pese a que el autor nunca estuvo del todo satisfecho de ella, esta obra se convertiría en la más leída de entre las suyas, y en uno de los ensayos políticos más importantes del siglo XX.

Hayek conocía perfectamente los problemas económicos que inevitablemente trae consigo el comunismo, después de su papel central (junto a su maestro Mises) en el debate sobre la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo. Sabía, pues, que ninguna de las formas totalitarias que entonces gobernaban en Europa (nazismo, fascismo y comunismo) traería ningún bien, sino una mayor miseria. Pero quedaba por desentrañar que el horror profundo del gobierno absoluto, las matanzas masivas, la destrucción absoluta de la libertad, eran también una consecuencia inevitable del colectivismo.

La tesis principal de este libro es que los fines no importan si el medio empleado es la planificación económica centralizada. Todos los regimenes políticos que la enarbolan como solución terminan pareciéndose como gotas de agua, llevando a la destrucción de la democracia y obligando a los ciudadanos a recorrer el camino de servidumbre al poder político.

Muchos aducían, y aducen, que la planificación sólo afecta a la libertad económica, olvidando que sin propiedad privada estamos siempre a merced de los demás. Y cuando el propietario único es el Estado, la dependencia del mismo difiere muy poco de la esclavitud.

Pero Hayek va más allá. Vamos a poner un ejemplo de sus razonamientos. Muchos creen que el totalitarismo puede ser bueno si sus dirigentes también lo son. Lo que indica Hayek es que dichos dirigentes serán siempre lo peor de entre los más criminales. Este hecho, que la historia ha corroborado en innumerables ocasiones, es demostrado con sencillez y lógica: puesto que para gobernar de forma totalitaria hay que imponer los fines del colectivo sobre los del individuo, el dirigente deberá coaccionar a muchísimas personas. Esa coacción tomará las repulsivas formas del encarcelamiento, la tortura y el asesinato. Sólo podrán dirigir, por tanto, aquellos que estén dispuestos a tomar esas medidas para imponer sus tesis, es decir, los peores elementos de la sociedad.

Lo más asombroso de este libro es su renovada actualidad. Su descripción de las formas y modos que emplea el totalitario resultan de inmediata aplicación a situaciones tan aparentemente distintas como el régimen nacionalista vasco o el perenne desastre argentino. Sigue, por tanto, siendo necesaria la advertencia que contienen sus páginas. Quizá siempre lo sea.